sábado, 31 de enero de 2009

a.5.- IMÁGENES: Cuaderno nº 9

La educación de las niñas, en cuanto futuras mujeres, se ha considerado primordial para asegurar el progreso y bienestar del país, incluso al comienzo de la dictadura franquista se cifraba en ella “la salvación de España”, pero su formación se limitaba a instruirla para cumplir su misión de mujer de su casa, madre de familia y transmisora de valores.
La niña bien educada era virtuosa y la virtud estaba en ser sobretodo obedientes, - una máxima en educación -, laboriosa, prudente, limpia, recatada… y estas cualidades se enseñaban enfrentadas a los defectos, que además eran pecados: desobediencia, holgazanería, curiosidad, soberbia…
La niña bien educada reflejaba un patrón social claro, el de las clases acomodadas, como se aprecia en las ilustraciones y ambientes que se recrean en las lecturas. Una sociedad de normas rígidas, de orden, maximalista, donde se confunden el temor y el respeto.
El presente trabajo se basa en manuales escolares del periodo de la Restauración de finales del siglo XIX y hasta la década de 1970. Obviando los años de la República, pues las circunstancias históricas no permitieron el desarrollo de un modelo educativo diferente, y hasta la década de 1970. Durante este amplio margen de tiempo ha permanecido el mismo patrón de educación.
Nuestro objetivo es acercarnos a una sociedad no tan lejana en el tiempo que refleja un modelo de mujer a través de una educación claramente sexista y discriminatoria.





(Almansa 1900.Familia de Aniceto Coloma)

A través del derecho de familia nos podemos aproximar a la situación de la mujer. Tras el fracaso de la Ley de Matrimonio Civil de 1870, que pretendió instaurar un sistema obligatorio de matrimonio civil para todos los españoles, se volvió a las disposiciones del Concilio de Trento, según las cuales todos los que profesaran la religión católica debían contraer matrimonio canónico, al cual se le reconocían efectos civiles, lo que nos indica la gran influencia que la Iglesia Católica tenía sobre las familias.

En la familia patriarcal, la ley otorgaba derechos distintos al padre y a la madre. El Código Civil decía: El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido. El marido era el titular de la patria potestad sobre los hijos, fijaba la residencia común y era el administrador de los bienes familiares, así como el representante legal de su mujer, quien debía pedirle permiso para enajenar sus bienes.

Las mujeres tuvieron vedada su entrada en la universidad hasta 1910 y cuando se implantó el sufragio universal en 1890 fue masculino. Ante esta situación, la participación de la mujer en el mercado laboral era muy baja, en 1900 tan sólo el 14,5% de la población femenina. La mayoría de edad estaba en 23 años, pero las mujeres solteras no podían dejar la casa paterna sin licencia hasta los 25 años, como no fuera para “tomar estado”, es decir, para casarse.



La pregunta se repite antes y ahora ¿Cómo educar? La buena educación se explicaba en la obra de Saturnino Calleja “La buena Juanita” con el símil del crecimiento de los árboles. Los padres y los profesores son los jardineros, los niños las plantas silvestres; la enseñanza y las advertencias son los injertos buenos; las correcciones son comparables a la poda de las malas ramas, a fin de que los niños se hagan buenos. Si se les abandonase a si mismos, crecerían como plantas incultas, y darían únicamente frutos de perdición.

Victoriano Ascarza en su obra “Higiene y economía” considera que la instrucción debe hacerse desde pequeños pues si el precepto general, abstracto, científico, se borra pronto de la memoria, perdura, en cambio, la costumbre cuando se adquiere en la primera edad.





(Texto de la obra: "La buena Juanita".pag 31,55,58 y 63)
Saturnino Calleja en la obra citada presenta un método para enseñar a leer a las niñas, que les permita ir a un ritmo adecuado para progresar sin agobios y con la prioridad de entender lo que leen. La obra está ilustrada porque el autor entiende que instruir deleitando es condición necesaria para que las niñas quieran lee y entiendan lo que leen, y así lo exigen los más elementales principios de la Pedagogía.








Los recursos para educar a las niñas eran variados. En “Victoria” María Pilar Oñate, utiliza la correspondencia entre madre e hija con un lenguaje sencillo, pulcro, trascendente e impregnado de las actitudes que se consideraban propias de las niñas bien educadas.
Los textos están ilustrados con dibujos sencillos que pueden ser fácilmente reproducidos por el profesor y por los alumnos, y suelen incluir vocabulario y resúmenes en base a preguntas y respuestas breves.
Los temas más frecuentes son los de Historia de España, los Santos, el patriotismo, las normas de urbanidad, el hogar; y también la fisiología e higiene que a partir de un R.D de 1901 era obligatoria en la enseñanza de niños y niñas.


"Va por la derecha, pro saluda y cede el paso a las personas de respeto"


Las reglas de urbanidad de José Dalmau resumían la educación que la niña debía recibir: pensar en Dios para amarle y servirle, no ofender a nuestros semejantes, y ser muy exigentes en el cumplimiento de nuestros deberes.

De cada uno hace un desarrollo insistiendo en la necesidad de amar a Dios, en cómo orar y en la importancia de la religión que es para el hombre, un freno a sus pasiones y a su ambición. Define la urbanidad como la dignidad y compostura que debe poner en todos sus actos el hombre. Con las prácticas de urbanidad, lograremos mantener con nuestros semejantes, amigables relaciones de armonía y los trataremos con la consideración que se merecen. Y especifica también lo opuesto a la urbanidad: si bien mostrarse amable con todos es una de las principales reglas de urbanidad, cuando esta amabilidad se exterioriza excesivamente, es opuesta a la cortesía (…)como se oponen a la cortesía, la curiosidad desmedida, la altanería y el orgullo y la demasiada timidez.



Ilustración de la portada del libro “La niña instruida”. V. Ascarza

La educación de la niña se inspiraba en obras clásicas de nuestra literatura como “La perfecta casada” de Fray Luis de León y se dirigía a prepararla en sus obligaciones futuras como mujer de su casa, ser previsoras y ordenadas, que améis la limpieza y el trabajo y el buen gobierno de la casa, pues lo contrario causa siempre ruina en su casa y la miseria y desgracia de su familia. Por el contrario la mujer que cumple con la misión que Dios le ha encomendado hace que a su lado reinen la paz, la alegría, el bienestar y la dicha. A las niñas se las educaba para ser buenas hijas pues serán luego buenas madres (…) buenos hijos son los cariñosos, obedientes y humildes para con sus padres.





Obligaciones de una niña: madrugar, rezar sus oraciones, abrir puertas y ventanas y hacer la limpieza de la casa y para que no quepa duda la lección se acompaña de sentencias como: Nada hay más hermoso en una niña que ayudar a su madre en la limpieza de su casa. La cocina sucia es el descrédito de la dueña de la casa y de la niña que reside en ella.

Y por último, como responsable de todos los asuntos domésticos la mujer puede ser la causa de toda ventura o de todas las desgracias: No hay fortuna, por grande que sea, que resista al abandono, al lujo, al despilfarro y desorden de la mujer; ni hay miseria que no pueda vencerse por el trabajo, la economía, el orden y la administración prudente de los intereses y hasta el jornal más modesto.

Ante tantas obligaciones, en segundo plano quedaba saber leer, escribir y aprender como dice el mismo autor varias cosas en la escuela.


Cartilla de Urbanidad de 1933

LOS BUENOS SENTIMIENTOS CON LOS COMPAÑEROS Aquí están las estampas. Las niñas que, en un momento de ofuscación, las cogieron, han sentido de tal modo el arrepentimiento, que al devolverlas, han unido a ellos un papelito donde piden perdón y me prometen no volver a cometer otra acción de esta clase.

EL RESPETO Y AMOR A LOS MAESTROS, que son presentados como segundas madres. Doña Pascuala me quiere mucho, más cada día. Yo correspondo a su afecto amándola mucho.







Las niñas debían ser ante todo OBEDIENTES. Esta virtud como otras se justifican con pasajes del Evangelio ¿A quién tienes que obedecer más particularmente? A nuestros padres y maestros, porque es una obligación muy sagrada corresponder a sus beneficios. ¿Por qué es una obligación sagrada? Porque está mandado en el Cuarto Mandamiento de la ley de Dios, que dice “Honrar padre y madre”.
Por el contrario la desobediencia es uno de los peores defectos que puede tener una niña. Por desobedientes castigó Dios a los hombres haciéndolos mortales. Y la niña díscola y desobediente será un mala cristiana y muy desgraciada durante toda su vida, según prueba la experiencia.





Las mujeres romanas educadas en el trabajo desde niñas, se levantaban temprano, cuidan de la casa y de los hijos, amasan el pan y remiendan junto al fuego (…); la decadencia llegó con: las riquezas, el lujo y los placeres. Las vestales perdieron su dignidad y se mezclaron en escándalos de política, de vicio y de dinero. Las matronas recostadas en lechos lujosísimos celebran refinados festines que acaban en orgías.
La vida y obra de algunas mujeres españolas se convirtió en modelo a seguir por las niñas, tal fue el caso de la reina Isabel de Castilla, Agustina de Aragón….
Santa Rosa de Lima: Desde muy niña, era Rosita un primor: bonita, dulce, hacendosa, complaciente. Bordaba como un hada y tocaba el arpa como un ángel.
Santa Teresa de Jesús se presentaba como modelo de virtudes, humilde, obediente, sencilla y alegre. En “El libro de las niñas” de Gregorio Sierra se cuenta de ella que sobresalía en el más alto grado en las labores manuales que hacen las mujeres. Ejecutaba maravillas de aguja y verdaderas obras de arte en tapicería y bordados, reproduciendo escenas históricas que admirándolas movían a la más tierna devoción.



Se contaba la anécdota de que un día Napoleón III le preguntó a Eugenia de Montijo, que además de guapa, era buena y era lista la hermosa granadina: ¿Cómo llegar hasta usted? Y ella le respondió: Por la capilla, señor.
Las condiciones que el pretendiente debía cumplir pasaban por tener una formación religiosa y moral análoga a la suya; ser un muchacho trabajador, poder proporcionar a la futura esposa un nivel de vida igual o superior al que vivía de soltera; a ser posible ser conocido de la familia, para tener más posibilidades de acertar con la elección y mantener una norma que se decía no fallaba nunca: el hombre está para pedir y la mujer para negar.





A la mujer desde niña, incluso jugando, se le recordaba su condición de mujer para no perder nunca el control de sus movimientos; se tenían que evitar brusquedades, prisas alocadas y empujones.
Y entre sus virtudes debía cultivar la paz para ejercer su futuro papel de madre. La paz es una virtud sin la cual la mujer no es lo que tiene que ser. El elemento sedante, confortable, sereno de la casa. Lo que produce el resultante –hogar-. Algo siempre fijo, inmutable, sólido, que está en el centro de la familia como lazo de unión, como seguridad. La madre es y debe ser la paz, porque es y debe ser la esencia de la educación. La que la impone, porque la posee. Y cada niña es una madre en potencia.




Para que las chicas se iniciaran en el trato con el otro sexo lo más aconsejable era que en los grupos de amigas se hiciera un hueco a los amigos de los hermanos; aunque el término amigo podía suscitar recelos, como en “La joven del Porvenir” de Monseñor T.Toht: Hoy todos los jóvenes hablan de sus amigos, escriben a sus amigos; pasean con sus amigos. Con que irreflexiva coquetería prodigan la palabra amigo en sus relaciones. Un joven te saludó amablemente una vez; y al encontrarlo de nuevo le acoges como amigo ¡Cuidado! No confundas al simple conocido con el amigo.
En las relaciones con los chicos era fundamental el hacerse respetar y para conseguirlo la mujer tenía que ser en palabras de Carmen Werner alegre, modesta, culta y amable. La formación que se les daba a las adolescentes sobre los chicos incidía en prevenirlas sobre ellos: El hombre es torrencialmente egoísta y sus intenciones más que seguras: a los muchachos para pasar el rato, les divierten las chicas alocadas y los muchachos, a veces, no son todo lo leales que debían ser en su trato con las chicas. Con vosotras muy galantes, muy entusiasmados con las más modernas y atrevidas, y cuando están entre ellos o cuando os vuelven la espalda ¿Qué dicen?





El deporte se consideraba necesario par el equilibrio físico y mental de la mujer, pero con la prevención de que la joven no pierda su feminidad o que el deporte sirva para que la mujer se exhiba y escandalice. Los deportes más aconsejados en “Convivencia social” de Werner eran la natación, el tenis y la gimnasia, aunque siempre en sus justos términos pues: Con la gracia de Dios no hace falta gran fortaleza física, ya que los santos nos dan ejemplo de lo contrario.
Sin embargo resulta sorprendente que la misma autora aconseje para las niñas adolescentes miedosas e indecisas, los saltos de trampolín pues tienden a fortalecer y preparar a la mujer para actividades de todo orden (conducir coches, aviones) que la vida moderna impone a ambos sexos.
La joven bien educada debe ser discreta en su vestuario para salvaguardar su pudor y feminidad y si las modas son llamativas lo mejor es para la autora antes citada no ser la primera ni la segunda en llevarlas. Para practicar bicicleta recomienda la falda pantalón; el pantalón era aconsejable para ir en motocicleta, bicicleta, de pesca o montar a caballo pues son más envolventes que las faldas, y en este sentido más decente, pero mientras menos las utilicemos será mejor. Favorecen menos que las faldas, sobre todo a la contextura de la mujer española, muy mujer y con formas muy acusadas, que no encajan con la línea recta, varonil, del pantalón.











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